Friday, 30 July 2010

Danubio.

Resulta curiosa la elección del destino tras las expectativas vertidas durante año y medio. Después del ahorro, descartábamos el plan inicial y adoptábamos por unanimidad, pero sin especial entusiasmo Viena como destino de nuestro viaje. Sin saber cómo ni por qué, Viena era la indicada para ser Chile. No sería, sin embargo, ninguno de esos famosos interrailes tan valorados entre el público juvenil y universitario de las clases acomodadas europeas. No, aquello estaba fuera de lugar, tanto por las cuestiones económicas, como por los propios intereses. Viena devenía el centro neurálgico del Imperio Austro-Húngaro, aunque por aquel entonces creíamos que lo era de Europa. Habría, pues, tiempo en los doce días para visitar más de una ciudad, más de un país. Budapest, Bratislava y, quizás Praga, serían acompañantes de Viena.

Bien es cierto que no ha habido ocasión de escapar a Buda o Pest y que Praga quedaba demasiado lejana, aunque tampoco ha sido demasiado dramático quedarse en Viena algún que otro día más. He de decir que para ser una ciudad sin expectativas, ha devenido una segunda o tercera ciudad propia. No sé demasiado bien hasta qué punto lo es o lo será cuando hayan pasado meses. Quizás, como Berlín, el recuerdo va mejorando con el paso del tiempo, quizás se empaña o se olvida. Pero Viena no sólo ha sido una ciudad agradable y bella, sino que ha sido accesible y se ha dejado conocer. Supongo que, en este sentido, acaban siendo determinante las vivencias que asocio a la ciudad y no sólo ella misma. Viena, pues, no es sólo edificios imperiales y jardines o un río inmenso, sino que también es Xaviera, Marcos y Marta, es Carlos y, por qué no, un regreso a mi adolescencia. Porque no puedo evitar acordarme de mi adolescencia, sabiendo que, en perspectiva, estoy contento con el cambio realizado.

No negaré tampoco que Viena es el futuro, mi futuro. Es París y mi año en el extranjero, mis miedos y temores, mis expectativas. No creo, pues, que pueda quejarme de mi estancia en esta ciudad.

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