Anoche me dispuse, por fin, a revisar un poco las poco más de 600 fotos que hice en Japón y, sin embargo, una vez las pasé al ordenador, se abrió el gestor de fotografías que no había abierto en años y me encontré con cosas que ni recordaba.
Al final, en vez de ordenar las de Japón, acabé revisando fotos y más fotos de mi adolescencia, de Búbal o aquel viaje por el Norte, del bachillerato y el viaje de estudios a Ámsterdam, Sa Mare den Ramírez, Marcos, la noche del sushi y la mejor carne picada que he comido nunca, Tavarúa, el año que estuve en la UIB, el viaje Berlín y aquel último verano en Mallorca antes de Barcelona.
Y luego ya creo que, sin saberlo, empecé a ser un poco más adulto. Bueno, la verdad es que todos. Eso y a ser menos horteras. Porque lo cierto es que miro atrás 10 años y hemos envejecido muy bien. Tan bien que estamos todos más guapos ahora y, para ser sinceros, no creo que pueda decir lo mismo en 10 años. Pero eso uno se lo podría esperar, no dejan de ser cosas de la edad, lo que me cuesta más de llevar es saber que en unos años pensaré que en los 2010 era un hortera.
Tiempo al tiempo.
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