Saturday, 26 December 2009

Marabans

Seguí andando por el pasillo y, en vez de encender la luz, me puse las gafas. Pensé que, así, con ellas, todo sería más claro o, por lo menos, más preciso, y bueno, supongo que así lo hubiera sido de no haber estado la casa en completa oscuridad. Y, de repente, luz, y más y más luz, y de aquí y de allí y, sin saber ni cómo ni cuándo, las gafas se me cayeron al suelo y, pese a la luz, todo era confuso y borroso.

Pero esta vez no llegó nadie para pisar las gafas y hacerlas desaparecer del mundo, por suerte. Me agaché, las recogí y continué hacia el baño. Me duché y me fui al centro. Silvia, así se va a llamar a partir de ahora para mí, me sirvió el Marabans que tomamos y nada, lo demás fue seguir disfrutando de la mañana, uy no, que habíamos quedado que la casa estaba en completa oscuridad.

Wednesday, 16 December 2009

Golden Brown.

Vuelvo al té rojo, como quien dice volver a un mal hábito, como sin darme cuenta que, en esencia, no es tanto el té, sino más bien el olor y el momento. Y aquí, en la cocina, con el constante sonido de la caldera, la música apagada –que no sé por qué no está encendida– y el té. Me digo y me repito que, con suerte, todavía me quedan muchos meses de este disfrute, porque los exámenes, bueno, ahí están y no negaré que estar aquí no sea un disfrute, como también lo es pensar que el sábado vuelvo a casa o que este verano sí o sí hay planes y dinero para realizarlos, que para algo llevamos tanto tiempo ahorrando, para realizarlos incluso en otro continente y otro hemisferio.

Mira que no soy de esos que suelo hacer apología de la felicidad, que suelo decir que prefiero vivirla, pero, en el fondo de todos los fondos, sé que sí que hay un regusto de felicidad y que tampoco lo he pasado tan mal esta semana pasada porque, entre otras cosas, de todo ya hace dos semanas –y sigo hablando de la semana pasada–.

A todo esto, el té se enfría, la música vuelve a sonar y por abrir la barra y comer la punta, me he quedado ya sólo con la mitad de la baguette que había comprado para la cena y el desayuno de mañana. Nevar, lo que se dice nevar, no nieva, aunque hace un frío que me ha hecho replantearme eso de ir a correr lunes, martes y miércoles, veremos el jueves.

Saturday, 12 December 2009

Je crois entendre encore...

Para hablar con franqueza, debería haberlo previsto y, seguramente, lo hubiera hecho si no hubiera estado más pendiente del arroz, de la cancioncita, de pensar en que, quizás, podría llamar a Marta para que bajara de Vic en el primer tren y comiéramos juntos o del centrifugado de la lavadora. Así, el cristal explotó en mis manos. Y digo que debería haberlo previsto porque es más que previsible que, con tal cambio de temperatura, se explotase. En aquel momento de crisis, de nervios, de estrés, en los que debo reconocer soy un experto en crear y un total inexperto en resolver, no se me ocurrió más que cerrar el grifo, dejar de lado el estropajo con el fairy y ponerme a cantar hasta que acabó la canción que fue cuando volví a abrir el grifo, esta vez para limpiarme el jabón y la sangre, recoger lo que quedaba de difunta tapa de la olla, tirar los trozos de cristales, y seguir fregando.

De este modo, creí entender que los cristales podía tirarlos, que la sangre había dejado de salir y que, aunque el arroz me lo fuese a tomar solo, era perfectamente capaz de llamar a cualquiera de esas personas estupendas que tengo por el mundo para que comiera conmigo. Pese a todo, supe también que no sería aquel el día de comer acompañado porque, pese a ser sábado, parecía domingo –e incluso estaba a punto de llover–, y, para bien o para mal, la soledad no podía servir de pretexto para llamar.

Sunday, 6 December 2009

Bona fides.

La veritat és que mai vaig saber avesar-me a l'ús continuat i normalitzat de frases, de locucions i de termes llatins que, en el seu moment, m'eren alienes i que, mica en mica, havien passat a ser part del meu vocabulari, dels meus apunts de dret i dels meus exàmens de dret. I, en el fons, ja veus tu per a què em serví tot això, per a usar-los de títol a un escrit dolent del bloc.

Així, tenint excuses per escriure les latinades, ara tenc excuses per escriure al bloc, per estar-me cinc minutets més sense estudiar, que després d'una setmana sencera, ja no ve d'aquí. I, en el fons, tampoc ho estic fent tant malament, i en el fons una mica bé sí que vaig, que en una setmana he "estudiat" i he aprovat la teòrica i això ja és bastant més del que vaig fer tot el primer any d'universitat, el segon i bona part d'aquest tercer. A més a més, no tenc sentiment de culpabilitat, cosa que em fa pensar que, potser, no estic pecant de vago.

Perquè, de vegades, és necessari passar-se un matí sencer fent dues rentadores: una amb gairebé tota la teva roba de Barcelona i l'altra amb els teus llençols, plegant 40 bosses de plàstic, anant a Sants per a tornar-te'n en 20 minuts i plorant, bàsicament, plorant. No de tristessa, sinó de necessitat, d'estar una mica fart de tot i de res i de sentir que, després, estic molt millor, que m'encanta ser tan histriònic i viure en un melodrama continu i "ai, com patesc!" i "ai, què malament ho estic passant!" i "ai, quin actorasso estic fet!", quan sé que, en el fons, és mentida i que era ben feliç plorant a la cuina. Després d'això, dinar, dormir una estoneta i ja està tot fet.

Res, que això era ahir i que avui ja no em queden excuses per no estudiar. Es presumeix la bona fe.

Saturday, 5 December 2009

A hard rain's a-gonna fall.

Tengo las orejas rojas. No dejo de pensarlo, igual que no dejo de pensar que, a lo mejor, ponerme los cascos no es la mejor solución. Pero sé, que en el fondo, el problema es de la calefacción, como todos los problemas de esta ciudad, que son de calefacción. Y, así, Barcelona se enciende y no te calienta o se apaga y no te enfría, o te enciende cuando ya no refresca. Luego está el viento, que sopla y no sopla y te despeina y te cala, te humedece, te deja helado y se te lleva, a ti y a todas tus chaquetas y jerseys con los tiempos perdidos y la ropa de ayer.

Ésta es la ciudad del último metro de la noche, a las dos y siete, de los deseos confusos, del calor, del frío. Barcelona me mata y me destierra, ahora que hace frío y yo tengo calor – que no puede ser que siga teniendo las orejas rojas, que ya he bajado la calefacción –.