En París las cosas llegan como llegan. Esa es la primera cosa que he aprendido desde que estoy aquí, además de otras recomendaciones sobre cafés y cervezas. Y parece que es una afirmación sencilla y más bien banal, pues en Barcelona y en Palma las cosas llegan como llegan, aunque aquí tiene todo un trasfondo distinto. Así, el frío y la lluvia se han ido como legaron, aunque aquí todos sabemos que volverán. Pero también vienen así las noches en casas ajenas o en boîtes o en el Pont des Arts y las tardes en cafés y cines.
De todo cuanto tengo aquí en París, la imprevisibilidad es quizás lo que más me gusta.
De todo cuanto tengo aquí en París, la imprevisibilidad es quizás lo que más me gusta.