Curiosidades de la vida, salir dos minutos antes o dos más tarde y que me dé por coger el metro en Réaumour-Sébastopol en vez de Étienne Marcel, y que me dé por correr por si acaso, y que, llegue al andén un minutillo antes que el tren. Encontrarse a gente de Sciences Po y no querer saludarles, alejarse hacia el mitad del andén y entrar en el vagón donde, para variar, hay otro músico cantando. Y que no sea otro músico cantando, sino Bob Marley en persona, su reencarnación con una guitarra eléctrica y una voz que sonaban a la perfección.
Que, de entre todos, incluso los más parisinos se han quitado los cascos y se han puesto a tararear. Y yo sonriendo, como casi todos, cantando para mí mismo. Merci Monsieur, Merci Madame o Enjoy Saint-Patrick. Dejarle los dos euros y medio que llevo en monedas, porque, a fin de cuentas, ¿cuánto cuesta esta felicidad? ¿y la de la chica de gafas que estaba al lado y que, al terminar de cantar ha pedido otra a media voz (que yo he oído)? Desde luego, había tenido la tentación de ir hasta Raspail y hacer el enlace con la seis, aunque, por desgracia él se ha bajado conmigo en Montparnasse-Bienvenüe.
Que, de entre todos, incluso los más parisinos se han quitado los cascos y se han puesto a tararear. Y yo sonriendo, como casi todos, cantando para mí mismo. Merci Monsieur, Merci Madame o Enjoy Saint-Patrick. Dejarle los dos euros y medio que llevo en monedas, porque, a fin de cuentas, ¿cuánto cuesta esta felicidad? ¿y la de la chica de gafas que estaba al lado y que, al terminar de cantar ha pedido otra a media voz (que yo he oído)? Desde luego, había tenido la tentación de ir hasta Raspail y hacer el enlace con la seis, aunque, por desgracia él se ha bajado conmigo en Montparnasse-Bienvenüe.