Thursday, 25 October 2012

Dijous horabaixa.

Els dijous són, en general, el pitjor que et pot passar a un país com Bèlgica. És, juntament amb el divendres, el dia de la setmana que més prest començ –a les nou– cosa que, assumint com m'està costant aixecar-me cada dematí des que sóc aquí, em mata. Habitualment arrib accelerat i endormit a una classe de quatre hores seguides que, avui, era premium perquè hem donat per enèssim cop la cronologia de la integració europea. A la una torn a casa per dinar, descansar, estudiar o fer un poc de neteja, anar a comprar o simplement perdre el temps. A les 6 torn a ser a classe per fer tres hores més. De tots els dijous que han estat així, no n'hi ha hagut ni un que no m'hagi plantejat seriosament comprar-me un gofre a Pascalino, glaces et gaufres, la furgoneta aparcada davant la porta del campus que fa els millors gofres que he tastat mai. La veritat és que, a les 9, quan surt de classe i fa fred, fosc i, a més, la universitat està gairebé tancada me'n penedesc de no haver-me'l comprat. No, no són hores per sortir de la Universitat, ni tan sols a la Pompeu, encara que més d'un cop i més de vint vaig sortir a aquelles hores de l'Edifici Mercè.

Entre una cosa i l'altra són gairebé les 10 quan em propòs posar-me a fer el sopar o posar-me a sopar i, la veritat, quin desordre alimentari i quina peresa tot plegat. Dissabte, a banda de fer 23, es preveu la primera nevada i jo encara amb el cap a l'estiu, a una Barcelona llunyana, al passeig Marítim de Cala Rajada un vespre d'estiu havent sopat, just passejant fins a Cala Gat. Demà ja arribes i passarem comptes amb l'enyorança. Per la resta, crec que me'n penediré de no haver agafat bitllets per anar a Palma aquesta setmana de vacances, però, francament, m'agrada massa més sofrir i passar gana de coses bones i fred de tots vosaltres i del sol de Mallorca. Ja està, ja tenim en Ferran en fase bleda.



Sunday, 14 October 2012

14 octubre.

Hoy ha sido jornada electoral en Bélgica. Entre las 8 y las 4 han estado abiertos los colegios electorales en la región de Bruselas-capital. En las otras regiones, el colegio cerraba a las 12, salvo en caso de voto electrónico. Y bien, hoy hemos tenido elecciones municipales (comunales, en la jerga belga) y provinciales. Porque Bélgica, a pesar de ser un Estado un poco más pequeño que Cataluña tiene una variedad institucional digna de entretener a cualquier politólogo, a saber, un Estado federal, tres Estados federados (Flandes, Valonia y Bruselas-capital), tres Comunidades lingüísticas (flamenca, francófona y germanófona), diez provincias y 589 comunas. 

Así, hoy he hecho el primer trabajo que, una vez ya Licenciado, tenía una mínima relación con la ciencia política, encuestador a pie de urna. Aparte del frío que he pasado y de la dificultad para conseguir encuestar a algunos electores, he de decir que me ha gustado la experiencia y que ha sido, cuanto menos, interesante, sobre todo por las características propias del sistema electoral belga. Ahí van ciertas consideraciones:

+ En primer lugar, en Bélgica el voto es obligatorio, de modo que la abstención no es un elemento especialmente relevante ni explicativo del seguimiento o la importancia de las elecciones en cuestión, incluso las europeas tienen participaciones cercanas al 100%. El que no vota, en general, salvo pretexto justificable, tiene multa.

+ Grosso modo, los diferentes sistemas electorales belgas se rigen por un sistema de representación proporcional con listas cerradas y desbloqueadas. La circunscripción electoral varía en función de las distintas elecciones, así como su magnitud lo hace en base a la población del distrito. El hecho de tener listas desbloqueadas, al menos en lo que concierne a las municipales, obliga a los candidatos a movilizarse para intentar captar el voto preferencial que les permitiría conseguir un escaño. Una de las mayores consecuencias es la proliferación de carteles electorales del candidato 28 de la lista, la candidata 14 o incluso, ambos juntos. Los ciudadanos no son ajenos a ello y vemos carteles en ventanas de casas, bares, tiendas, etc. dando apoyo a "sus candidatos" preferentes. Hay, pues, una menor imagen de lista o de partido, pero, qué os voy a decir, conozco más candidatos no electos de cualquier partido de mi comuna que regidores del ayuntamiento de Palma.

+ Lo más interesante, a mi parecer, es el sistema de atribución de escaños, pues se da en dos fases distintas. Una primera, la atribución de escaños a las distintas listas y un segundo paso que consiste en la asignación de escaños a los candidatos. El mecanismo de traducción de votos a escaños la fórmula electoral Imperiali, que se asemeja en cierto modo nuestra ley d'Hondt. Así, igual que en la fórmula d'Hondt, se ordenan los resultados electorales en base al total de votos válidos obtenidos en el districto y se divide el número de votos entre 1,5; 2; 2,5; 3; 3,5 y así sucesivamente hasta tener tantos cuocientes como escaños tiene la circunscripción. Una vez obtenidos todos los cuocientes, se escogen, por orden de mayor número de votos, tantos cuocientes como escaños a atribuir tenga el distrito. 

+ En segundo lugar, una vez se han asignado los escaños a las distintas listas electorales, conviene atribuir el escaño a los candidatos pertinentes, pues, a diferencia de nuestras elecciones -salvo para el Senado-, el orden de atribución de escaños no lo fija necesariamente la lista electoral, sino que lo hace el elector mediante el voto preferencial por un máximo de 4 candidatos de la misma lista. El proceso es complicado, pero trataré de explicarlo lo mejor que pueda. Así,  supongamos el Partido P, que puede haber recibido dos tipos de votos, aquellos que expresan una preferencia por un candidato concreto (650) y aquellos que no lo hacen (500). La cifra total de votos del partido (650+500=1150), junto con el número de escaños obtenidos (pongamos 6) nos permite obtener la llamada "cifra de elegibilidad", a saber (1150)*6/(6+1)=968. Consiste en multiplicar el número de votos totales por los escaños obtenidos y dividirlo por el número de escaños obtenidos más uno. Una vez obtenido este número, se procede a repartir los votos llamados de lista, los que no expresan preferencia, entre los distintos candidatos de la lista. Para hacerlo, multiplicamos el número de votos de lista (500) por los escaños obtenidos (6) y dividimos entre 2 (500*6/2=1500). Nos quedan, pues 1500 votos a repartir entre los distintos candidatos por orden de lista. El reparto se efectúa añadiendo estos votos (de devolución) a aquellos que mostraban preferencia por algún candidato hasta llegar a la cifra de elegibilidad, que recordemos estaba en 968 votos. Una vez se han repartido todos estos votos, obtienen escaño aquellos candidatos cuyos votos totales (devolución+preferencia) sean mayores. 

Igual con la siguiente tabla ejemplo se entiende mejor:


CandidatoVotos de preferenciaDevolución (votos de lista)Total de votos
A300668968
B150818968
C301444
D175175
E300300
F5050
G4545
H1010


Como se ve, obtendrían escaño el candidato A, B, D, E, F y G. Este es, quizás, un ejemplo poco real, pero, en cualquier caso, ya se pueden ver los efectos que pueden tener una buena campaña de un candidato o su popularidad, que puede obtener el escaño a pesar de estar en posiciones inferiores de la lista, y viceversa.

Pd. Una de las peculiaridades más absurdas de las elecciones municipales belgas es que los extranjeros pueden votar en ellas y ser escogidos representantes, pero no pueden formar parte del gobierno municipal. 

Monday, 1 October 2012

Un poc de tot

Bruselas es, probablemente, la ciudad con una ratio de expat por autóctono más alta de Europa. A este hecho, hay que añadírsele que, por definición, el belga es pseudo-apátrida, pues, en su mayoría no son belgas sino flamencos los unos y francófonos o valones los otros. Al menos eso decía el coordinador de la finalidad del máster en la que estoy en la peor sesión de acogida de la historia de una universidad, entre otros motivos, porque tiene lugar quince días después del inicio de las clases. A pesar de todo y de la pésima sesión de información, hoy no pretendía, ni mucho menos, hablar de esto, sino precisamente de la frase que nos ha dicho el coordinador. No podía ser más cierto que Bruselas es, por definición, una ciudad acogedora, un melting pot en el que cada cual puede encontrar, más o menos, su sitio. Tampoco querría que se me malinterpretara; Bruselas no es la Tierra Prometida, ni la de las oportunidades, no es esa Nueva York del XIX y principios del XX, pero bueno, es, cuanto menos acogedora. Lo cierto es que es más que notorio que están acostumbrados a tratar con gente de otros países y, por lo general, los trámites son bastante fáciles. 

Acostumbrarse a la vida aquí es bastante fácil. Es una ciudad relativamente pequeña donde, por lo general, es complicado moverse. Los coches llenan todas y cada una de las calles, junto con tranvías y buses que, sólo en ocasiones, están segregados del resto del tráfico. La gente, en general, parece moverse en coche y hacerlo de forma individual. Las colas y colas de coches con conductores solitarios al volante son habituales en Bruselas, sobre todo los días de lluvia, que son los más. Sin embargo, uno puede hacer vida casi exclusivamente en su comuna –al menos en Ixelles sí se puede–, sin mucha necesidad de salir de ella. Probablemente en tres meses revisaré lo que estoy a punto de decir, pero, la verdad, esta ciudad no te hace sentirte extranjero ni extraño, los grandes conflictos que encuentro en mi día a día son puramente gastronómicos, a saber, sigo, pues, sin entender, la manía francofrancesa y francobelga de vender el arroz en envases de cartón que no te permiten ver qué tipo de arroz hay dentro ni por qué aromatizarlo. Tampoco acabo de entender por qué no hay paquetes grandes de galletas NORMALES -¡por favor, galletas María ya!-. Y bueno, capítulo aparte merece el pescado de aquí. Pese a todo, con 15º y sol, de momento, se vive bien.