Típico domingo (de mierda)

Típico domingo en el que la pereza matinal se te va de las manos y a la una y veinte pasadas todavía no has desayunado. Y sí, en esas estamos, con la toalla a la cintura y con cero ganas de ponerme a ser persona, a producir un poquito, porque trabajo no me falta y tiempo no me sobra. Y lo enuncio así, tal cual, como si fuera tan fácil de hacer, como si con mandar tres o cuatro mails bastara. A decir verdad, esta última semana es más o menos lo poco que he hecho de productivo: ahora me inscribo a una conferencia, ahora mando dos mails, ahora pienso un poco sobre el trabajo de Lobbies, y nada, nada más. Queda más que lejos la idea de ir a imprimir bibliografía, llevármela a un café y empezar a leer textos, a informarme, a tener una base relativamente clara, ya no de lo que quiero decir, sino de lo que quiero hacer.

Sintiéndolo mucho, visto lo visto, este domingo no va por el camino de ser ese domingo, del mismo modo que no tengo muy claro si desayunaré a estas horas o, para variar, haré un atajo. Ferran, que nos conocemos, que esta semana he desayunado, comido y cenado más bien poco y que esto va por mal camino, sobre todo con los niveles de stress por venir. Adivino que, a falta de ingredientes, acabará siendo un domingo de arroz a la cubana. Resulta curioso como me armé de valor el viernes y me metí una hora en metros y buses para ir a Ikea y otra para volver para comprar cuatro chorradas -necesarias, pero chorradas- y cómo los 350 metros a pie hasta Carrefour me dan una pereza terrible. Para más INRI, lo peor del caso es que, de hecho, ayer sí que fui a Carrefour y solo me apeteció comprar agua oxigenada, nada más. Así que sí, hoy creo que toca arroz a la cubana, porque ya estoy algo cansado del pollo al horno. Ni que decir tiene que éste no es el típico arroz de domingo al que yo aspiro. Me quedan más bien lejos los arroces negros en la terraza de Avinguda Meridiana 92.

Francamente, más me valdría vestirme y ponerme a hacer algo.