Sin saber demasiado bien por qué, hoy todavía es lunes, igual que ayer y, por suerte, recuerdo que no, que es miércoles y que este día que no iba a ser el mejor día de mi vida, segurísimamente iba a ser un mal día, no me está yendo tan mal. Y es que, en ocasiones, levantarse tarde, con sueño y prisa, sin tiempo para digerir el desayuno, ni poder ducharme, perder el tram y que cuando cojas el siguiente se quede parado un buen rato en la estación con la intención de que Ferran llegue todavía más tarde a clase, pues tampoco acaba de estar tan mal.
Porque, en el fondo, el día de hoy, que estaba llamado a ser el peor de la semana, con diferencia, pues no se puede quejar demasiado. La llamada ola de frío se ha ido como ha llegado y el sol brilla, tengo la tarde libre y no he sentido la necesidad de dormir más que en un momento de flaqueza después de comer.
Pronto volverá el otoño. De eso estoy seguro.
Porque, en el fondo, el día de hoy, que estaba llamado a ser el peor de la semana, con diferencia, pues no se puede quejar demasiado. La llamada ola de frío se ha ido como ha llegado y el sol brilla, tengo la tarde libre y no he sentido la necesidad de dormir más que en un momento de flaqueza después de comer.
Pronto volverá el otoño. De eso estoy seguro.
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